El día 26 de este
mismo mes, se cumplen veintiséis años de
un suceso que la mayoría de gente de hoy
en día no conoce, pero que marcó una enorme huella en la historia y que toda
una generación lleva en sus labios: Chernóbil.
Chernóbil era una localidad
situada a 130 Km al norte de Kiev y a 20 Km de la central nuclear de mismo
nombre. El día 26 se decidió llevar a cabo un experimento en el reactor número
cuatro de la central. El experimento, cuya finalidad real se desconoce,
consistía en operar con el reactor apagado y medir la cantidad de energía que
las turbinas podían generar por su propia inercia. El reactor, un RWMK-2000 de
refrigeración por grafito-gas, estaba supervisado esa noche por el ingeniero
jefe Tontunov. Cuando el reactor se encontraba en torno al 15% de su potencia,
el sistema automático de emergencia se activó, introduciendo en el reactor las
barras de control de grafito. Debido a esto el experimento no podía llevarse a
cabo, pero Tontunov, que ansiaba un ascenso, decidió retirar manualmente las
barras. El reactor comenzó a perder de nuevo potencia, pero, en menos de un
segundo, pasó del 5% de potencia al 110%. Todos los indicadores comenzaron a
subir, diez segundos después de la subida de potencia, Tontunov ordena bajar
las barras de forma manual, ya que el sistema automático se encontraba
desactivado, pero por culpa del calor, las barras se doblaron y no entraron en
el núcleo.
De pronto una explosión
sacude la sala de supervisión y varios segundos después se corta el suministro
eléctrico, el aire comienza a calentarse y el sudor comienza a fluir por la
frente de los operarios. Tontunov, sucumbe a la tensión y comienza a desvariar,
es entonces cuando uno de sus subordinados toma el control y ayudado de un
potente foco comienza a leer los contadores: no funcionaban, estaban a cero. Alexey,
que así se llamaba, decide enviar a dos técnicos al reactor a que vieran que
sucedía, ya que estaban a ciegas. Mientras, coge el manual e intenta averiguar qué
hacer, pero las instrucciones estaban tachadas y había otras escritas, ante la
duda decide llamar al ingeniero del reactor número tres, el cual le aconseja
que siga las normas tachadas. Poco después regresan los técnicos e informan de
que el techo de la estructura había volado y el núcleo se había fundido
totalmente, lo que se conoce como meltdown.
Cuando Alexey, informó de
lo sucedido, comenzó la tarea de los liquidadores,
militares, que voluntariamente, decidieron ir allí y colaborar en la
construcción de un sarcófago de cemento que sellara el reactor. Cerca de
600.000 hombres acudieron como voluntarios, de los cuales más de 500.000 han
muerto o tienen cáncer, ambas situaciones debidas a la radiación. Su muerte no
fue en vano ya que consiguieron levantar un sarcófago que nos protegerá hasta 2016.
El gobierno ruso intentó
tapar la situación, pero tras cinco días, se vio obligado a evacuar Pripyat,
una ciudad que se había levantado para los operarios de la central, pero para
entonces sus cerca de 100.000 habitantes ya habían sufrido el efecto de la
radiación. La nube radiactiva derivada de la quema del combustible de uranio de
la central, recorrió toda Europa, llegando a Baleares, Valencia, Cataluña, y el
norte de España contaminando incluso Galicia. El sarcófago tardó nueve meses en construirse. En un radio de
30Km de la central existe un área de exclusión en la cual tienen prohibido
vivir menores de 60 años y cuyas tierras estarán contaminadas por radiación por
lo menos 24 milenios.
By Manu.
By Manu.
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