sábado, 14 de abril de 2012

Los orígenes de Brasil.

Cuando hablamos de Brasil, nos viene muchas cosas a la cabeza: fútbol, samba, carnaval, mulatas, playa... sin embargo, este gran país (en el sentido literal) es mucho más, pues posee una historia que no tiene casi nada que ver con el resto de colonias sudamericanas. Una historia de contrastes, amor y ansias de libertad. El nacimiento del Imperio Brasileño de Pedro I.
Retrocedamos en el tiempo hasta 1807. El 27 de octubre de ese año el pelotillero de Napoleón, el Primer Ministro español Manuel Godoy, firmó con el gran corso el Tratado de Fontainebleau, por lo que le daba permiso a éste para que el ejército napoleónico cruzara España para atacar Portugal, aliada de los ingleses (este tratado estaba envenenado, pues Napoleón pondría guarniciones en lugares estratégicos para una futura invasión de su "aliado").
El 30 de noviembre de 1807, el general Junot llegó a Lisboa, pero nada más llegar a la capital lusa descubrieron que la familia real, los Braganza, junto con nobles, 60.000 libros de su biblioteca, obras de arte, fondos e ideas, habían abandonado a sus súbditos y se habían asentado en sus dominios de ultramar, concretamente en Rio de Janeiro, en Brasil. Esta situación entraría en contraste con la de los Borbones, felizmente acogidos por Napoleón en Bayona (Francia).
La familia portuguesa, una vez en el trópico, se dijeron: ya que vamos a estar aquí un tiempo, vamos a mejorarlo un poco.¡Y vaya si lo mejoraron! Privilegios a la burguesía de las ciudades, Correos, el Banco de Brasil, la Academia Real Militar, un Jardín Botánico, un observatorio astronómico, la Biblioteca Real... mejoraron mucho a la capital temporal de Portugal, y la familia real se acomodó al trópico. Pero el que más, sin ninguna duda, ése fuePedro de Alcántara Braganza y Borbón, hijo de Juan VI y nieto de María I. Simpático, enamoradizo, carismático, precipitado... era el prototipo de joven romántico.
Pero Napoleón abandonó Portugal. Eso significaba que tocaba volver a la madre patria, pero, curiosamente, nadie hacía las maletas para volver a Europa.
Eso enfadó, y mucho a sus súbditos continentales, ya que protagonizaron una insurrección general, parecida a la que el general Riego hizo en su vecino, en Oporto.Como se imagina, los Braganza volvieron inmediatamente a Portugal; todos menos uno, Pedro.
Pedro podría haber defendido los intereses de su familia en Brasil, pero, en vez de eso, se dejó llevar por los aires nuevos de las emancipación de las colonias americanas de España, y apoyó el llamado "Grito de Iparanga", la chispa de la independencia brasileña.
                                                Pedro I de Brasil y IV de Portugal.
Sin embargo, pronto dom Pedro desmostró no ser el gobernante que querían los brasileños. A pesar de evitar el desmebramiento de la América brasileña (a diferencia de las posesiones españolas), parando la secesión del territorio de Pernambuco, el hecho de crear una Carta Magna que sólo beneficiaba a grandes terratenientesy a los ricos, la pérdida del territorio de Uruguay, su deseo de gobernar conjuntamente con Portugal (con el nombre de Pedro IV de Portugal) y sus propias divergencias ideológicas, acabaron encendiendo la ira de los brasileños, haciendo que abdicara en la primavera de 1831, dejando a su sucesor, Pedro II, y a un país con graves problemas económicos. Su hijo goberrnaría brasil, y su hija María reinaría en Portugal con el nombre de María II.
A pesar de ser una persona con grandes contraste políticos e ideológicos, hay que tener en cuenta que fue el prototipo de persona digna de una época de tantos contrastes y claroscuros como fue el romanticismo, además de que no hay que negar su enorme contribución a la independencia de Brasil, país que lo adoptó y que no abandonaría hasta su muerte en 1834,.

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